mayo 15, 2013

Agrediendo lo que amé. Notas habaneras

El curso continuó sin contratiempos, por las mañanas se dicta la primera conferencia de 9 a 10.30 a.m. y en seguida se programa el café que suele servirse en un local externo a la universidad, a la vueltita, llamado “Casa de las infusiones”. Ocurre que esta sede de la Universidad, llamada “Colegio de San Gerónimo” es de los poquísimos edificios modernos clavados como una espina en la zona patrimonial, pues en la época de Batista se derrumbó el original Colegio, con la idea de modernizar la ciudad haciendo un alto edificio con helipuerto y toda la cosa. La parte actual es que se trata de un edificio encristalado, sin ventilación natural, puro splits y pasillos y salones iluminados casi todos con fuentes artificiales. Es agradable como espacio de trabajo, porque los salones son amplios y con las facilidades suficientes para el estudio, pero definitivamente una cosa rara en una ciudad monumental. Luego del café que dura unos 15 minutos, volvemos al aula y se presentan otras 2 conferencias pero ya sin intermedio ni para ir al baño. Terminamos a la 1p.m. y nos dirigimos al almuerzo en un restaurante que me gusta y del que te llevo fotos (ha concretizado ideas que yo tenía para la decoración de la casa). En la tarde habían programado un recorrido al proyecto de Papito que te conté días atrás, pero como ya lo conocía, ps varios de los mexicanos nos lo saltamos. Yo me volví al hotel y trabajé un poco en mis textos y lecturas y luego me enfilé a un evento al que nos habían invitado en el Vedado. Era la presentación de un documental sobre el movimiento Act Up, de lucha contra el SIDA, en NY en la década de los noventa. La sede de la fundación Ludwing (con fondos americanos apoya a artistas cubanos a montar expos o presentaciones de sus obras) es espléndida, está como en un quinto piso pero domina en una panorámica la bahía, la Habana vieja, la parte intermedia de Centro-Habana y obvio, el Vedado y Miramar. Además llegamos a la hora de la puesta del sol y aquel espacio fue magnífico, yo me sentía una potentada en un loft de lujo… je Empezaron a circular los mojitos y a llegar la gente. El documental es largo (poco más de 1.5 hrs) y bueno. Me removió un resto la memoria de mi primo Héctor, la lágrima desanudó la garganta, pues aunque la historia es la de los gays en NY, una ve que en todos lados se dieron luchas y muchos entregamos a nuestros muertos a esa pandemia…Pero lo que siempre me vuelve a doler cuando recuerdo a mi gran primo Héctor, mi hermano como suelo decir cuando comparto su historia, es cuanta incomprensión y rechazo a su opción sexual estuvieron rodeando el deterioro de su salud, “agrediendo lo que amé” de modo quizá mas cruel que las infecciones oportunistas, los sarcoma de kaposi, las neuropatías. Luego del filme, se guardaron dos minutos de silencio (yo lo hice uno por Héctor y otro por Reinaldo Arenas) y se empezó a animar el debate entre unas 50 personas asistentes. El director de la Fundación, no recuerdo ahora el nombre es un gay ya mayor, calculo unos 60 y pico años, se veía muy conmovido y aunque aclaró que no era enfermo, había vivido muy de cerca el movimiento. Recordó la primera muerte por sida en la isla: se anunció en una nota del Granma, decía que equis homosexual había sido el primer muerto por esta enfermedad y continuaba con juicios morales sobre el fallecido. Nunca dijo la nota que la víctima fue un gran actor y reconocido director teatral de la época, laureado en la escena nacional, con mucho ascendiente y reconocimiento social. Comentó que le dolió que la madre de este personaje “se enterara” por el Granma que su hijo era un “maricón execrable” en lugar de la persona creativa y reconocida que ella creía. Luego le entregaron a la madre el cuerpo de su hijo con la consigna de que tenía “4 horas para enterrarlo”. Luego vino la política de reclusar, apartar en granjas, a los enfermos para empezarles los tratamientos y sobretodo aislarlos de la población. Y la narrativa del régimen revolucionario de atribuir el SIDA en Cuba a los gays, y no como se sabría más tarde, a los “patriotas que luchaban en África” como los casos que se presentaban en mayor número indicaban… En las participaciones que siguieron hubo un gay, portador de VIH desde hace 15 años y hoy activista en la isla. Hubo otros testimonios de aquella época de crisis del SIDA en Cuba. Emoción y memoria. Dolor y también una cierta sensación de triunfo que enseguida se opaca al repensar todos los que hoy siguen infectándose por desinformación y falta de educación, por los que la homofobia sigue matando, por el continente que sigue muriendo de SIDA. Nos regresamos antes de que el evento terminara por lo incierto del transporte, aunque en realidad no estábamos tan lejos y enseguida pasaron “almendrones” y nos cargaron por 10 pesos moneda nacional a cada quien (aja, en la ida nos lo cobraron al doble, te digo!) Por cierto, en este trayecto nos detuvo una patrulla de policía porque en un alto escuchó el tono de voz de extranjeros y quiso verificar que el conductor tuviera licencias y bla bla bla, es decir, acá hay muchas políticas para la seguridad de los turistas, no quieren incidentes violentos hacia los visitantes….

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