enero 27, 2011

Reporte trasatlántico

1. He descubierto que Washinghton Irving es un excelente compañero de viaje; los dos nos hemos sentado de vez en vez para compartir nuestras impresiones de Granada: él insiste en que es una ciudad linda, mágica y romántica, habitada por “viejos cristianos”, lo que significa que sólo la Alhambra y algunas curiosidades árabes sobrevivieron a lo largo de los años; yo no estoy de acuerdo: los árabes cambiaron de nombre, se vistieron de andaluces y se pusieron a levantar edificios góticos, renacentistas y barrocos y hasta la fecha continúan entre nosotros haciendo de esta ciudad algo innombrable por lo linda que es. En lo que Washington y yo estamos de acuerdo, es que esta ciudad es una maravilla y es una fortuna que Chavela y Nando, así como Carlitos hayan tenido el acierto de conservarla (casi) intacta.

2. Granada: es una ciudad agradable, llena de recovecos y con una vida intelectual interesante: en los veranos se organiza algo que es semejante a nuestro cervantino, en la facultad hay chavos que leen y quieren leer cosas nuevas, y que creen que el desastre cultural tiene como epicentro España (no sé por qué, pero el tono lastimero me resulta familiar). Más allá de eso, he aprendido a moverme por Granada: me gusta la ciudad, es abarcable, y sus callejones más que causarme temores me invitan a salir a caminar por ellos, a perderme por un rato con la tranquilidad de que siempre habrá una iglesia que me sirva de faro para volverme a ubicar. Tal vez sea la visión romántica, pero me dan ganas de pasar una temporada más larga por estas tierras y conocer mejor a su gente: me interesa saber cuáles son los límites de mi mirada de extraño en esta tierra y deshacerme de la mirada del visitante para acercarme a la visión de quienes todos los días ven la Alhambra y ya no se sorprenden de ella.

3. Todos los días tengo en mi mente y en mi corazón a S&S: me imagino con ellos caminando por estas calles; creo ver a mi chiquillo en los pocos chavalillos que veo por las avenidas; me veo con S-mayor caminando por los jardines del Generalife, mientras que le echamos un ojillo a S-menor para que no se eche un clavado en las albercas de los jardines. Tal vez es la nostalgia, pero quiero pensar que los quiero tanto que estar aquí me ha resultado ser una experiencia agridulce: no estar con ellos me sabe amargo, aunque Andalucía me sabe a miel.

Mañana tal vez me escape hacia Córdoba: dicen que la Mezquita y el barrio judío son una gloria... Vamos a ver.

Un abrazo desde acá y muchos besos.
T

PD: Algunos colegas granadinos dicen que no es raro que ande por estas tierras; conocí al Dr. AGM, sevillano exiliado en la Universidad de Montreal, y me contó historias del declive árabe del Al-Andalús y compartimos notas e impresiones de las conquistas españolas tanto en América como en Andalucía. Cuando supo mi nombre dijo algo así como “vaya, bienvenido a las tierras de Andalucía: has de sentirte como en casa”. Y sí, la verdad es que me siento contento de andar por acá, aunque mi plan no sea de conquista, aunque mi corazón sea cristiano no obstante mi nombre árabe, aunque, al igual de el otro Tarik y el Dr. AGM, sea un forastero en donde quiera que me encuentro.

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