enero 23, 2011

Mom on charge. D-1

Pasaron 40 minutos para que saltara el primer descuido, desperfecto o consecuencia natural de estar sola con S.
Le preparé el baño de tina y jicarita. Cuando ya tenía la cubeta con su agua fui a la habitación a preparar la ropa y el pañal y eso. S se me perdió de vista medio minuto y en eso escuché que el balde con agua cayó al piso. Carrera apresurada de siete pasos y ahí estaba S con la cubeta vacía, empapado de la cintura para abajo y con una cara de “¿qué ha pasado?”.
Difícil contener el coraje? culpa? Mensa, mensa, mensa, ¿por qué le dejé la cubeta al alcance. Espero que esto no suene a castigo, mi pequeño, pero irás a la cuna-corral en lo que voy por el mechudo que hace meses que no toco y recojo el agua derramada.
Berrido intensos pero acabo. El baño vuelve todo a la normalidad. S se deja cambiar con algunas escapadas, luego la leche tibia, el cepillado de dientes y a dormir. Hice la mona en su cama en lo que él viaja con Morfeo.
Sábado en la mañana. Puntualidad inglesa: 6.30 a.m. pide su leche. Se la preparo sonámbula y volvemos los dos a la cuna. Me hago la dormida unos 50 minutos. Luego jugamos en la cama y a las ocho ese espacio ya no nos puede contener. Ha que empezar oficialmente el día.
Desayunamos caminando por toda la casa. Salimos temprano con el verdulais pues faltaba algo para el picadillo. A S le gustan las compras tempraneras. S es benevolente y me permite cocinar y hacer una gelatina. A las once un regaderazo express, mientras S aguarda en su corral.
Apenas lo pongo en el coche y avanzamos dos cuadras, S empieza su siesta. Son las 12.30 p.m. Luego nos encontramos con la abuela y nos fuimos a la Feria, con carreola y viaje en oruga incluido. Gentío, diversión y uno que otro berrido. El salón Guanajuato, alfombrado, es el playground predilecto de S. Goza revolcarse en el piso, rodar por los pasillos o correr y aterrizar sin daños.
Luego vamos a la expo ganadera. S se emociona con los caballos impasibles (estarán drogados o hartos de tanta gente?) pero llega al clímax con las vacas charolais que apenas si le dirigen una mirada.
Como todo este rato ha andado caminando o cargado hace megapancho al sentarlo en el carrito, pero al fin cae en su segunda siesta del día y así llega hasta la casa.

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