noviembre 12, 2007

Dos lenguajes

No ha sido fácil el tránsito de escribir (y lo que hay un poco antes: pensar y sopesar cuáles de tus ideas tienen algún valor) para un periódico donde hipotéticamente te leen 25 mil personas, a escribir trabajos académicos o ponencias donde, de nuevo hipotéticamente, te leen tus profes (para ponerte una calificación) y te escuchan un puñado de expertos en un Congreso especializado.
He recorrido este camino y a veces pienso que es demasiado corto, otras que es interminable; unas que ya me quiero regresar.
Lo digo porque mis preocupaciones intelectuales ahora que estoy en la maestría son muy parecidas a las que tenía cuando solía trabajar de reportera: la ciudad, el transporte público, la vivienda, las políticas y mecanismos de participación ciudadana, el centro histórico. Cosas así.

Hoy hablo diferente pero de lo mismo. Veo los mismos problemas pero los pienso distinto. Se mantiene intacta, incluso reloaded, mi pasión por indagar y entender, mi anhelo por incidir. En esto hay un avance, me digo sin regateos, pero aún no me convenzo de estar en el carril correcto.
Ahora que fui al Congreso de Suelo, en Chihuahua (luego les cuento de la ciudad), palpé esos dos mundos que corren paralelos, aunque hablen de lo mismo: la academia y la opinión pública.
En la inauguración de evento estuvo el alcalde y todo el pool de prensa que la ocasión ameritaba. Escuché las entrevistas que le hicieron los reporteros locales y las respuestas del funcionario. Nada nuevo bajo el sol.
Luego me chuté un buen de ponencias de funcionarios y especialistas (algunas de aprendices, como la mía) en el tema de suelo urbano. Dos días de corridito. Intervenciones notables, sugerentes, reveladoras, pero igual muchas discurseando en el topus-hiper-uranos , o sea, lo suficientemente teóricas y repetitivas como para que la realidad de la irregularidad (el tema del Congreso) no las alcance.
Yo me sentí a gusto. Con algunos recursos personales para desenvolverme en lo que fue mi primera aparición en la escena de un Congreso académico. Me gustó conocer gente dedicada a lo mismo, estudiar el suelo urbano, en otras instituciones y ver que mi maestra Priscilla, (que han de saber que es una consagrada y archiconocida en esos temas), estuvo todo el Congreso haciendo preguntas y problematizando los temas que se exponían.

Pero después de todo ello, la duda sigue, como el dinosaurio de Monterroso. No se bien para qué servirá la maestría cuando la concluya ni si tendrá algún futuro volver al periodismo. De hecho, tampoco se en qué trabajaré cuando acabe esta aventura.
Vivir dudando a veces es chido pero también tortuoso. Eso me pasa. ¿A qué edad se cura uno de esto?

3 comentarios:

Claudio Jorge Blanco dijo...

El estudiar es un lujo que no todos podemos darnos y no hablo en el sentido económico, creo que quien quiere hacerlo lo hace, me refiero al tiempo, al estar casado, a los hijos, a los padres, a la chamba. Que bueno que tengas esa oportunidad, la última vez que estuve en una aula fue hace un año precisamente en Ibero Santa Fe, fue apenas una semanita, pero lo disfrute, fue un curso con Daniel Santoro , de verdad volver a la escuela es genial. ya verás que pronto encontraras totalmente la razón y el fondo de eso que estas aprendiendo. Yo en lo personal creo que deberías regresar a los medios jejeje, decía Santoro que para este oficio hay que tener condición gluteo-cerebral, lo del cerebro lo entendemos, lo de los glúteos era simple, tener condición para estar sentado frente a una computadora o un documento analizándolo, y creo que el análisis es tu fuerte. Ojalá un día te decidas a regresar a los medios.

Pillo dijo...

A niguna mi querida amiga..a ninguna..pero siempre he creido que es mejor vivirse el momento..lo demás no lo sabemos...siempre que te leo me quedo muy pensativa, me pregunto muchas veces ¿como será ser una mujer tan culta y la eterna estudiantes? te envidio .....no he ido por tu libro..trataré de ir mañana...sooorryyyy

luis nicolas dijo...

coincido con pillo: a ninguna edad, cuando te curas es que has perdido tu capacidad de asombro, tu capacidad de pensar, de sentir, de actuar de incidir, ojala no te cures nunca; te sigo con gran interes, mi capacidad de cuervo se agranda