mayo 09, 2009

Sin premio ni miedo

Siempre me ha intrigado cómo viven cotidianamente la relación con sus hijos aquellas personas que son tan dadas a pronunciarse a favor de los “valores familiares”.
Esto de "educar en valores" a los hijos es un discurso bastante reciente y quizá por eso, a veces suena como un pozo profundo, profundo pero vacío, vacío.
Yo lo más que recuerdo de dilemas entre mis padres sobre los valores que debían inculcarnos era cuando mis hermanos o yo queríamos hacer tal o cual cosa, por ejemplo quedarnos a jugar con los primos cuando ya era hora de marcharse, y mi papá decía “que ellos decidan si se quieren quedar” y mi mamá respondía “pero ya nos tenemos que ir, aparte tú quieres hacerlos muy libres y después la que batalla soy yo”.
Con tan poca experiencia a la que pueda recurrir y por ser un asunto en el que intelectualmente he transitado tan poco, me ha gustado mucho una entrevista que le hizo Miguel Mora, de El País, (también la pueden leer en el número de Abril de la revista Nexos) a Rita Levi-Montalcini, Premio Nobel de Medicina al cumplir 100 años.
¿Qué aprendió de sus padres? ¿Qué valores le transmitieron?, le preguntan.
“Lo más importante era comportarse de una manera razonable, saber lo que vale de verdad. Tener un comportamiento riguroso y bueno, pero sin la idea del premio o el castigo. No existía la idea del cielo y el infierno. Éramos religiosos, pero la actitud ante la vida no tenía que ver con la religión. Existía el sentido del deber, pero sin compensación post mortem. Debíamos comportarnos bien, eso era una obligación. Entonces no se hablaba de genética, pero era ese espíritu. Sin premio ni miedo.”

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