Pero ahora que estuvimos de viaje, tuve tres grandes deseos para este pasajero, o si lo quieren ver así, son deseos míos a propósito de él. Aquí van:
No sé de dónde voy a conseguir un pintor buenezón (y dinero para pagarle) pero antes de que mi bebé deje de ser bebé le voy a mandar hacer un cuadro como este.
Tener un globo terráqueo hermoso y exacto ya no debe ser un privilegio de reyes; de hecho, mi padre nos compró uno a mis hermanos y a mi cuando éramos chicos. Recuerdo que mis nociones de geografía era calcular en cuartas (el largo que hay entre tu pulgar y tu meñique extendidos) qué país estaba más lejos que cuál o cuál era más grande que otro. Desde entonces, Siberia me pareció inconmensurable y supe que estepa (aunque nunca la había ni la he visto) era la mejor palabra para describirla.
Tampoco se si en la actualidad se manden hacer esculturas de pequeño formato sólo por el gusto burgués de tenerlas en casa. Pero en cuanto tenga modo y medios, mandaré esculpir a mi hijo con su padre en un motivo como este. De entre los dioses antiguos, Baco siempre me simpatizó por sobre los demás, pero este Hércules me pareció que viene más a tono con las figuras de padre-hijo; de momento el único problema es que no tengo idea de con qué objeto sustituir el apoyo espinoso -basto- que luce el de la imagen.
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