agosto 25, 2008

Gabiota

No, no hay un error en el nombre de Gabiota, aunque el procesador de palabras insista en corregírmelo.
Tampoco hay error en los intentos de ella por corregir los errores sembrados por la familia, por la cultura, por la educación.
La conocí cuando éramos niñas. Jugábamos a las comiditas, a los desfiles de reinas y a montar una tienda de abarrotes. Es un decir que la conocí . Hasta ahora la conozco, o para ser más exactas, la empiezo a conocer y esta experiencia ha sido lo mejor del sábado y de la semana y mes pasados.
Ni las olimpiadas se comparan con descubrir el perfil nunca visto de una mujer cercana a una. A quien siempre pensaste viviendo la vida según el guión que nos repartieron a casi todas las del rumbo (de León, pues).
Ser una hija obediente y trabajadora con las labores de la casa, esforzada estudiante y profesional que hace sus encargos incluso a deshoras. Casada después de un largo y controlado noviazgo. Esperando los hijos que no estaba escrito que llegaran, pero sobretodo, esperando un compañero más que un esposo.
Esto último nunca le llegó pese a sus esfuerzos por construirlo. Hoy está sola, descubriendo una extraña obligación: la de cuidar de si misma, la de buscarse la vida sin marido, la de encontrar su felicidad fuera del guión familiar, la de encarrilar sus proyectos profesionales (como titularse) y sus anhelos personales (como tener su estudio personal de fotografía, una pasión oculta).
El día que estuve por su casa, había unas cinco fotos de ella misma, pegadas en el cuarto donde diario se cambia y se maquilla. En todas las fotos está sola y no pude reconocerla en ninguna. Verla en aquellas imágenes se me hacía tan difícil como reconocerla en sus reflexiones sobre lo que ha sido su vida desde que salió de la casa paterna para casarse y desde que salió de la casa matrimonial para no seguir viviendo una vida falsa, vacía, en silencio.
Gabiota: me encantó estar contigo y empezar a conocerte, ver tu empeño por corregir los errores sembrados y los miedos desperdigados en el camino.




P.S. Yo siempre le fui a Hillary Clinton, pero ahora -que va de bajada!!- me empieza a gustar Obama. A propósito de ello, les recomiendo el reportaje de El País, “La otra familia de Obama”, aquí.

3 comentarios:

Pillo dijo...

Nada como la complicidad de una mujer, de una amiga para hacernos refelexionar, yo en lo personal no creo que existan los errores, solo experiencias y nada màs...Muchos animos a Gabiota con su nueva vida y a ti un besote y un abrazo de canguro...TQM

Anónimo dijo...

Bien por Gabiota!!
Ver hacia el frente siempre... hacia atrás, ¡ni para agarrar impulso!

Miresha dijo...

Creo que muchas mujeres deberían de esperar SU tiempo para conocerse, desgraciadamente, no es hasta que la olla de presión, en la que se acumulan todos los sinsabores y presiones de la vida explota. Y ahí inicia el recorrido sola, aprendiendo desde cero.
Mucha luz para tu amiga.