agosto 01, 2008

Alejandro y María

Hoy hace una tarde agridulce. Estuve un rato en mi feliz afición de bloguear y ser blogueada, de navegar por bitácoras.
Así di con la de Alejandro Aura, fallecido antier. No lloré su muerte sino el preludio. Sus 18 Cantos Rodantes son registro de dolor y lucha. Me acordé de mis muertos de cáncer y de mis vivos con cáncer. Aparte de las entradas más cabronas sobre su enfermedad, tiene unas entrañables sobre cocinar y sobre viajar….¿a dónde creen? En su post del 23 de julio dice:

¿Y a qué quiero yo ir a Estambul, qué se me perdió en Constantinopla?
Nada. ¿Hay algo de Bizancio que yo quiera tocar? Ninguna cosa. Quiero verlo,
Pero antes dar un paseíllo por Constanza a ver si le oigo a Ovidio un llanto,
Porque fueron tantos que alguno ha de quedar por ahí rondando.
Y enfrente, cruzando el Bósforo y preguntando por ahí a los que pasen,
Me gustaría poner mi pie en donde me imagine que es la huella de uno de aquellos
De Aquiles enojado y decir esta huella es mi pie junto al de Aquiles.

Les dejo el link por si les late: http://www.alejandroaura.net/wordpress/

También les dejo lo que era el tema original de este post, el dulcecito, pues.

Le llamo María y tiene sus labios dibujados con la perfección de una artista.
Suelo pensar en ella como una bebé pequeñita porque hace apenas unas semanas que llegó a casa de sus papás, unos de mis mejores amigos. Pero en realidad ella es robusta, cachetona y tan fuerte que a sus cinco meses ya sostiene su biberón y si la acuestas boca arriba toma impulso y se rueda hasta quedar boca abajo y hacer la postura del yoga en que uno se apoya en las manos para estirar la columna vertebral.
Además es bien portadita y sólo se desespera un poco (llora) cuando el hambre le aprieta. Por lo demás, sabe estar en los brazos de toda la gente quizá porque hasta hace unos días, muchos brazos con escaso vínculo la cargaban; ella no tenía papás…. o sí los tenía pero aún no los conocía.
María es adoptada pero eso no se le nota por ningún lado. Como es su derecho, ella se dedica a recibir el amor de sus papás, de sus abuelos, tías, primos, vecinos y conocidos de su familia (me incluyo); sus papás lloraron en el momento en que la vieron y cargaron por primera vez en el albergue; y como todos los bebés cuando se integra a una familia, revoluciona la vida de los que le rodean.
Lo único que hace diferente a de otros niños mexicanos, es que la ley en México no le reconoce a sus padres los derechos que se le reconocen a cualquiera y que para empezar su vida, ella debe conocer de qué está hecha nuestra burocracia institucional dedicada al cuidado de la niñez.
Sus padres esperaron el doble de los reglamentarios nueve meses de un embarazo y en ese tiempo debieron probar que eran aptos para ser papás. Expedientes, análisis de personalidad, comprobantes de ingresos, entrevistas, gestiones y más. Hasta aquí todo razonadamente aceptable (aunque no exento de las anécdotas absurdas que nuestras instituciones dedicadas al desarrollo integral de la familia contemplan).
Pero cuando todo ese proceso se ha solventado y finalmente se ha decidido que ella sería dada en adopción a sus ahora papás, desahogar el juicio de adopción toma “al menos” otros dos meses en que ella no puede ser registrada y tener su acta de nacimiento.
Sin esta acta, la bebé no puede ser inscrita en el Seguro Social ni recibir la atención médica pública a que también tiene derecho porque sus padres son trabajadores cotizantes.
Además, a su mamá le fue negada la prestación laboral de permiso por maternidad de tres días (una prestación interna de su empresa) para recibir a María y mucho menos le autorizaron la licencia por maternidad de 45 días que cualquier mamá trabajadora tiene derecho al recibir (nacer) su bebé, precisamente porque María no tiene Acta de nacimiento y no puede ser dada de alta ante el IMSS pero, sobre todo, porque esta institución no contempla que esta prestación se otorgue a las madres por adopción.
Para colmo de las distinciones, a María se le cuestiona si puede disfrutar de la prestación de un seguro médico privado contratado y pagado por sus padres con antelación que cubre a los hijos nuevamente porque las condiciones de este seguro indica que dichos bebés deben ser registrados al mes de nacidos (y ya dijimos que María de cinco meses, tiene que esperar al menos dos meses más para recibir su Acta) y no contempla la cobertura de enfermedades congénitas para los bebés adoptados es decir, que puede llegar –y de hecho, la mayoría de los adoptados llegará- a sus familias meses después de haber nacido.
Los que hemos conocido a María nos ha cautivado (creo!), agradecemos que la vida haya plantado a nuestros amigos, sus papás, esta florecita en sus vidas. En resumen, estamos muy contentos de conocerla, jugar con ella, cuidarla, amarla. Pero uno debe seguir diciendo las cosas que faltan para que la adopción en México sea una forma diferente de integrar una familia con iguales condiciones y plenos derechos, tanto para los niños adoptados como para los padres adoptivos.

Pequeña María: Bienvenida a casa. Espero que cuando crezcas y te platiquemos estás cosas que pasaban en el país y en la época en que te tocó llegar, nos parezcan absurdas, por que lo son. Pero espero (así como se oye!) con más ansia, que te salgan ya tus primeros balbuceos. A-gu-gu-ta-ta dirás y yo lo celebraré en este mismo lugar.

3 comentarios:

luis nicolas dijo...

bienvenida al mundo real, al mundo de los legisladores panistas, que al decir de sus coordinadfores en el congreso local ya reformaron el codigo civil, para que ademas, segun dicen, dar seguridad juridica a la familia, se reduciran tramites y engorros burocraticosen esos asuntos. Pero, en fin, ni tu, ni yo, ni mucho menos maria tienen la culpa del mundo en que vivimos.

Pillo dijo...

Bienvenida Maria, con todo y burocracia, la vida en los ojos de un niño hace toda la diferencia, te quiero y extraño un monton mija...

Anónimo dijo...

pronto María dirá a gu gu ta ta, y pronto leerá., y en menos de lo que canta un gallo, estará leyendo estas líneas que con tanto amor le regalaste.
Gracias por escribirlas, gracias por poner en palabras una lucha a la que espero que algún día, alguien más le preste oídos