noviembre 20, 2007

Se acabaron los elotes

La temporada de elotes criollos ha terminado. Mi elotera de la esquina de Puente de Alvarado y José Ma. Iglesias, colonia Tabacalera, me lo advirtió hace un par de semanas cuando de un día para otro el elote en palito que costaba 10 pesos lo empezó a dar a 12 y el de vasito (llamados esquites, ¿alguién sabe por qué?) pasó de 11 a 13 pesos. “Ya se están acabando estos, como hay menos nos los dan más caros y una le tiene que subir”, me contó.
La señora dice que se llaman elotes cacahuixtle. Ajá, le dije. Con mi nulo conocimiento de las lenguas indígenas y de las variedades del maíz, me pudo haber dicho que se llamaban chimalpopoca o miztlintecutli, y yo igual le hubiera creído.
Pero mi amiga Lilo que ha trabajado mucho con gente de campo en el campo, me dijo simplemente que eran los elotes criollos, los que se han salvado de las semillas mejoradas y los controles de homogeneidad de las grandes siembras; los que cultivan sin riego y sin más sofisticación que la que aporta centurias de la domesticación de esta planta. También, los que no suelen entrar al mercado del maíz porque sus granos son de diferentes tamaños, no están alineados y demás detalles que los hacen inviables en los controles de calidad.
Pero la verdad son riquísimos. Son mis preferidos. Cada grano tiene carnita tierna que al tronar en la boca define el sabor aún por encima de los kilos de mayonesa que le ponen las eloteras. Casi ninguno de estos elotes te sale “mazorcón”, o sea tieso y de hecho, cuando vas dándole las mordidas no sueles dejar la cubierta del grano pegada al olote porque la fibra es muy suave.
Yo tengo muchos momentos memorables entorno al elote. Uno de los más recientes fue cuando acudí a evento del Peje en que se puso la banda presidencial. Como había un gentío y mi estatura no me ayudaba para alcanzar a ver (amen de otras consideraciones políticas que no viene al caso ampliar), mejor me fui a los alrededores. Había un montón de puestos de elotes asados. Casi cada cuadra de Madero había unos tres eloteros. La técnica aquí, en la Ciudad de México, para esta versión de los elotes es que los envuelven en las hojas verdes y conforme se va chamuscando las cambian, pero el elote no se asa directo en la lumbre. Esto tiene la función de que el elote no se endurece ni se reseca; al contrario toma un poco del sabor de la hoja que lo ha cubierto en el anafre encendido. Ese día me comí tres elotes y dormí perfecta.
Los elotes tienen la gracia de que espantan el cansancio o el fastidio. Cuando salía de trabajar en la Cámara, en mi bonito-León-Guanajuato, regresaba a casa por una colonia popular (la Eyupol) donde esta otra de mis eloteras favoritas. Esta señora tiene más diversificado sus productos: los elotes de vasito los vende de 4, 6, 8, 10 y 12 pesos. Los más chiquitos son para niños, apenas si le caben tres cucharadas de elote. Con ella me gustaba pedir los más grandes (de 15 pesos) mezclado con chayote cocido en la misma olla del elote.
Otro recuerdo que tengo entorno al elote es de un lejano amor. Yo estaba haciendo el servicio social en la Sierra Norte de Puebla. Conocí a un chavo lindo (menor que yo, as usual) con quien disfruté observar caracoles en las noches de luna llena. Él era campesino y en una reunión donde se discutía las amenazas del TLC para el campo mexicano, alguien dijo que se tenían que buscar argumentos para oponerse al tratado comercial porque intuían que sería el declive del maíz mexicano. Quizá la desaparición, se decía entonces. Fue ahí cuando el lindo de quien les hablo, se levantó y dijo: “Si nuestro maíz se acaba, qué vamos a hacer cuando se nos antoje un elote?”.
Pocos fundamentos de las políticas públicas tan contundentes como éste he escuchado en años; poquísimos tan imbricados con las cosas a las que uno, como mexicano, tiene derecho a disfrutar en la vida. Aunque no esté en la Constitución.


P.S. Agradezco tantos comentarios sobre mi incursión fallida en la lucha libre. Ya tenía los boletos para la lucha de Místico contra Atlantis y Último guerrero. Pero por la tarde del viernes entraron a robar en el depa donde vivo. Se llevaron la laptop de mi marido, sus libros de teoría literaria, unas fotocopias de un libro agotado, las fichas que afanosamente hace de sus lecturas, su netkey, su usb y todo lo que iba en su mochila. Nos dimos cuenta media hora antes de irnos a la Arena, de hecho ya andábamos por el rumbo pero inesperadamente regresamos al depa a dejar unas compras que habíamos hecho y ps el plan se nos trastornó por completo. Ni modo, esto también es la Ciudad de México, la capital en movimiento.

6 comentarios:

luis nicolas dijo...

un simple robo a un depa no es razon suficiente para suspender la ida a las luchas, sobre todo a la catedral de la lucha libre, solo se justificaria, si se presentara una denuncia y ó querella sobre el ilicito, si este no es el caso, las luchs son un elemento de catarsis, que hace que el robotenga una menor significacion.

Gibelius dijo...

Los elotes, de acuerdo con las culturas prehispánicas, son el fundamento de nuestra carne y vida: somos seres de maíz... así que cada que te comas un elote has una reverencia, mira hacia donde se oculta el sol y disfruta de tu elotito que en este país hay mucho y bueno y es una pena que pocos nos demos cuenta de lo importante que es no sólo para nuestra dieta, sino para nuestra cultura, nuestra economía y, lo más importante, para nuestros paladares.

Anónimo dijo...

Recien me acabo de enterar de tu blog y lo estoy disfrutando. Siento que aunque estes aquí en el DF, no nos demos el tiempo para vernos. Ojalá y me puedas llamar me dará gusto poderte ver. Tu tía Alma

Claudio Jorge Blanco dijo...

Los celotes y los elotes
sin que sean celos, aqui en León también puedes encontrar elotes de comal, en varias partes he visto, sobre todo en la periferia, cerca del bulevar La Luz, muy cerca del Lux, te los recomiendo con limón y sal, saben muy buenos. Por otro lado debiste ir a la lucha, quizás te encontraras por ahi al Santo, a Blue Demon o Mil Mascaras y te hubieran ayudado a atrapar a los pillos que te robaron...si como dice Botellita de Jerez, Batman y Superam le sacatearon a pelear con el Santo, seguramente te habría ayudado....

Pillo dijo...

Chale cuanto siento lo del robo ..un abrazo a los dos..a mi los elotes me gustan sin mayonesa, con crem ay quesito como los comemos acá o con limon y chile, con los elotes me acuerdo de zacatecas y mi niñéz, mi campus estaba rodeado de elotes y en Septiembre no faltaba quien armara la elotiza después de un examen..que bonito post mija..te abrazo

NuNu dijo...

Sara!!!

Sigo leyendo el blog, como quien mira una pelicula....Buaaaa estoy llorando con este de los elotes...la sencillez de nuestro pueblo....Estando tan lejos se da uno cuenta que los elotes son magicos, que uno puede sentarse a tristear imaginando camina hasta la esquina y encuentra al Elotero en su puestito...que ricooooooo


Un beso enorme....

Siento mucho lo del robo =(