Entre los expertos ambientalistas que tienen este sitio como lectura obligada, je je, esto les parecerá una obviedad, pero me propongo escribirlo porque en mi cotidiano derredor encuentro con que no es una idea en absoluto probada o que apenas genere dudas en nuestra forma de consumir y conducirnos en pequeñas tareas cotidianas.
Pongamos por ejemplo el ir al supermercado: desde entrar en la tienda, es común que las políticas de los establecimientos sea el no permitir que pasen las bolsas de mercado “tradicionales” aduciendo un control de seguridad contra robos. Algunos, colocan guardabultos lejanos de las cajas u obligan a un control adicional a este tipo de bolsas de empaque no contaminantes que terminan por disuadir a quienes pretenden hacerlo. Luego, cuando uno ha terminado sus compras, los empacadores de las cajas están instruidos en usar muchas bolsas para que el cliente se lleve su compra; a veces le ponen doble bolsa a los perecederos o dan bolsa en productos que por su propio empaque no los necesitaría, como los refrescos de tres litros o los paquetes de papel higiénico. Los clientes, en general, no se ocupan de revisar que no se usen bolsas que no se necesitan y, mucho menos, se toman la molestia de llevar sus propias bolsas de mercado u otros contenedores reusables (como carritos) para empacar sus adquisiciones. En los tres priva la lógica de la comodidad sin reparar en la contaminación que genera el consumo de bolsas de plástico para un solo uso y de unas cuantas horas: para los gerentes de tiendas es más fácil poner a un policía con cara de malo a impedir el ingreso de bolsas reusables; los empacadores ponen tantas bolsas como abundante quieren que sea su propina y los compradores prefieren olvidar que a la tienda no sólo se lleva dinero sino los medios para el empaque de sus compras.
No es lo único a lo que se refiere el título de esta entrada. Otro fenómeno de temporada que lo sustenta es la quema de baldíos o predios semirurales que rodean la ciudad. Hoy se difunde que en estos días los bomberos atienden entre 8 y 10 reportes diarios por esto. Les creo porque la semana pasada me tocó reportar tres en el lapso de día y medio. Al efecto natural del otoño en que las yerbas crecidas se secan y son presa fácil de incendios, hay que aceptar que es más cómodo limpiar un baldío aledaño a casas o negocios simplemente prendiéndole fuego que hacerlo a mano o con maquinaria. Paradójicamente, también parece que es más cómodo para el gobierno mandar a los bomberos a controlar un incendio de baldío que exigir a los dueños de predios que se responsabilicen de la limpieza no contaminante de rastrojos.
La lista de las comodidades contaminantes incluye, sin duda, lo de viajar en una camioneta tipo van o towncar, especialmente para las mamás de niños pequeños. Las SUV´s, como está más que demostrado, son depredadoras de espacio físico en las ciudades y de combustible respecto de otros automotores más eficientes. En cambio, para las señoras que las usan, algunas amigas me lo mostraron, son espléndidas para cargar rápido y con poco esfuerzo, la silla de seguridad del bebé, la carreola y la pañalera... y por supuesto, al crío. Las puertas corredizas de ambos lados, el paso franco y gran tamaño de la cajuela diluyen en sus usuarias todas las objeciones contaminantes.
Tampoco nos creamos que la comodidad contaminante sólo ocurre en segmentos de consumo medio o alto. Vamos a comprar champurrado a cualquier puesto de la esquina en un colonia popular, como la mía, y qué nos encontramos: los clientes prefieren pagar o esperar que les sirvan el atolito en envases de unicel en lugar de llevar su olla o recipiente, aunque estén a unos pasos de su casa.
Por supuesto, la comodidad contaminante también tiene razones de negocio: despachar los tacos o alimentos callejeros en platos forrados de bolsas de plástico en lugar de lavarlos para su reuso, es la prueba de que estamos fritos en este país mientras siga siendo más fácil y barato contaminar que no hacerlo.
De hecho, nuestra ley obliga a la disposición separada de los desechos (por cierto en dos fracciones bastante inútiles: orgánico e inorgánico) y a procurar la reducción de su volumen, pero incluso en sitios de consumo donde esto podría ser tan fácil y obvio como en el cine, ¿cuándo ha visto Usted que los restos de palomitas se vayan a un recipiente separado y los vasos de cartón que las contenían y las botellas de refresco se aplasten y se depositen adecuadamente? De nuevo, es más cómodo para el prestador de servicio y para el consumidor mandar todo revuelto a contenedores enormes que a la mañana siguiente la ciudad recogerá.
He escuchado mucho que en la ciudad no se separa la basura porque aunque uno lo haga, pasará el colector y la volverá a mezclar. Lo segundo es totalmente cierto, pero el razonamiento me parece simplemente la confirmación de que nuestra comodidad nos complica aceptar la contaminación que genera el confort. Por supuesto, organizar los espacios de nuestras reducidas casas para separar los desechos en algo más útil que orgánico e inorgánico, implica más trabajo que simplemente ponerlo todo en la misma bolsa y sacarlo cada mañana a la ruta de recolección. Tanto como es más fácil dejar correr, en lugar de capturar, el agua que se tira en lo que nuestra regadera alcanza la temperatura deseada para luego, cargar la cubeta llena y con ella lavar la banqueta o fregar el piso.
La lista de acciones o consumos contaminantes, hijas e hijos de nuestra comodidad, puede seguir y les pido que me ayuden a ver otras para encontrarles el truco. En lo personal, he experimentado que la clave está en estudiarles la lógica y subvertirla. Pronto una encuentra que llevar sus propias bolsas de mercado para hacer la compra es engorroso al salir de casa pero facilita en desempaque de los productos; separar y reducir los desechos lleva un tiempo para acostumbrarse pero luego una se ahorra correr diariamente para alcanzar al carretón de la basura y que llevar tu olla para el atole, te permite recalentarlo en el mismo recipiente. Bueno, por decir algo….
1 comentario:
valgame dios, ahora quieres aumentarnos el trabajo, no importa, ojala tengas eco, yo por lo pronto intentare estar alerta en ese asunto.
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