septiembre 24, 2007

Woldenberg y Villalobos para el Consejo General del IFE

1. Creo que aún estoy calladamente enamorada de Pepe Woldenberg. A esta conclusión he llegado porque cada vez que él habla, como dice Gloria Trevi, “yo le creo, le creo, le creo, le creo”.
Escuché hoy en las news que él, con un grupo de otros “notables-abajo-firmantes”, hicieron una carta (a los ciudadanos nos queda hacer cartas!) que enviaron a los congresos estatales apoyando la reforma electoral que, como saben requiere de 17 votos de los Congresos Estatales para cobrar vigencia la reforma constitucional. Como la misiva no fue pagada como desplegado, su texto se ha podido conocer en versiones citadas por comentaristas radiofónicos. Aún no tengo el texto completo como para comentarlo. Lo buscaré. Pero por lo pronto digo que si lo firma JW ps yo le creo y la suscribo. No me juzguen de opinión cambiante (que también lo soy, pero no en este tema), porque creo que JW et al apoyan lo que yo apoyo y he apoyado de la reforma como quedó, a saber: la des-spotización de las campañas, la prohibición de la contratación de mensajes directamente por los partidos y los particulares. … y han preferido no poner el acento en lo que faltó y que es lo que a mi me dejó insatisfecha: el fortalecimiento del sistema de partidos sin contrapesos y basados en el dinero y los recursos público s, no en los debates, la transparencia y rendición de cuentas o la apertura a la sociedad.
En fin, dado que es probable que la reforma se ratifique y empiecen a buscar a los sustitutos de Ugalde y otros dos, me adelanto para proponer el regreso de Pepe Woldenberg y a Hugo Villalobos para el Consejo General del IFE. Por favor, comentaristas periodísticos que visitan este sitio, hagan eco de esta propuesta, plis.

2. Este rincón de la blogósfera ya ameritó una cita textual en una conocida columna de chismes políticos en un periódico de mi bonito León, Gto. Ajá, el a.m. sin acreditar la fuente (¿es falla o estilo?) comentó en sus Asteriscos de la semana pasada lo que aquí se postea. Ni modo, así pasa cuando una está fuera de LOS MEDIOS pero me queda la satisfacción de decirles, estimados lectores, que Ustedes lo leyeron primero aquí que en a.m. Je je.

3. El contacto epistolar con el Diputado Magallón continúa. Me plantea que es indebido publicar una conversación particular (ciudadana-diputado) . Yo me defendí como se hacerlo: con palabras y argumentos. Luego les cuento.

5 comentarios:

Gibelius dijo...

Creo que tienes razón en el punto uno y la verdad es un logro. Sin embargo, al igual que tú, sigo creyendo que la reforma política no puede quedarse en un solo aspecto: necesitamos que los partidos se transparenten y dejen de legislar sólo para sus intereses. Espero el día en que nuestros legisladores hagan normas para el bien de la mayoría y no sólo para el bienestar inmediato (en el que están ellos).

Del tercer punto, me parece que el lloriqueo de nuestro diputado es reflejo de lo que lo poco que ha sucedido en este país: discutir, argumentar ante nuestros representantes y que se vayan olvidando que legislar es escuchar sólo buenas opiniones, a los cuates de la bancada y a quienes los aplauden. Creo que tienen que afinar sus capacidades dialógicas y su sentido de la autocrítica. ¿El señor se espanta porque otros, además de Dios, saben las cosas que dijo? Pues que se salga de la política y que comente sus pecados en la oreja del clérigo de su preferencia.

¡Continuemos adelante!

Pillo dijo...

como diría Mafalda: Ya se nos aburguesó el diputado...te digo que en este país hasta el más pelon se hace chongo mija....

Anónimo dijo...

Pues que no se le olvide al diputado que el no deja de ser de diputado....y que tampoco se le olvide que en la red todo lo ven todos...quizás eso no lo sepa..finalmente son diputados

Anónimo dijo...

Ya lo dijo mi amigo Toño Lascurain, el que le tenga miedo a los fantasmas que no salga de noche.
Y pues ahi esta el a.m. otra vez para comentarlo jejeje, nada más es cuestión que digas.

Manuel Mora dijo...

Sí, coincido con el jefe Claudio: nos frotamos las manos.